Poetry
Thousand Languages Issue 3
I Santi di Negatività
Acacia WastchakEra la prima neve a memoria d’uomo, e
Una mattina buia
I cipressi erano caduti del cielo
Come le lunghe piume a ventaglio dell’ibis bianco.
Il signore, Piero di Medici,
Mangiava un’arancia,
Quando capricciosamente mandò a chiamare Michelangelo
Alla villa
Dall'infermeria del Santo Spirito
Dove lo scultore
Aveva dissezionato un cadavere fresco, i suoi terribili
Studi di anatomia.
Un gigantesco blocco di neve era sotto l’ombra
Di pelli
Ed il giovane Michelangelo
Doveva scolpire una vergine con bambino.
I servi di Piero, per scherzo,
Avevano rovinato il marmo
Con un rivolo di sangue di bue. Poi
Rivestirono il blocco intatto
Con altra neve ed uno strato d’acqua.
Sotto il sole pomeridiano
Michelangelo arrivò nel cortile
Ed i pupazzi di neve dei figli bastardi di Piero
Si erano afflosciati come grandi pere
Su cui gli uccelli affamati sedevano…
Piero di Medici, stanco per il troppo sole,
Era andato a letto colla sua prima cugina
Che da bambina
Aveva arrostito e mangiato il suo falcone preferito.
Ancora nel suo camice ospedaliero
Michelangelo sedeva nel carro
Con una mano sulla ruota fangosa
E guardava la stoppia bianca
Del campo distante. Quello che poteva vedere
Era la faccia barbuta del vecchio contadino
Che aveva disfatto quella mattina stessa.
Prese il suo astuccio di coltelli
E si avvicinò al blocco di neve. Tolse
Le pelli di capra. Più tardi disse a Piero
Che una donna ed un bambino erano sepolti nella neve;
Che li aveva scoperti, ma
Alla luce del sole erano diventati acqua
E vino, forse acqua e sangue. Ne era
Sicuro. Ma, non fraintendermi, disse,
La terra, come crosta di pane, li ha assorbiti.
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Los Santos de la Negatividad
Fabián M Díaz ChacinFue la primera nevada en la memoria, y
una mañana oscura.
Los cipreses habían caído del cielo
como largas plumas de abanico del ibis blanco.
El patrón, Piero de' Medici,
comiendo su naranja,
convocó infantilmente a Michelangelo
de vuelta a la villa
desde el monasterio de Santo Spirito
donde el escultor
había estado trabajando en un cuerpo fresco, sus terribles
estudios de anatomía.
Un enorme bloque de nieve estaba sombreado
con pieles
y el joven Michelangelo
debía esculpir a una virgen con un niño.
Los sirvientes de Piero, como una broma,
habían estropeado el mármol
con un chorrito de sangre de buey. Luego
cubrieron el bloque sin tallar
con más nieve y una capa de agua.
Bajo el sol de la tarde,
Michelangelo llegó al patio
y los muñecos de nieve de los bastardos de Piero
se habían derretido en peras grandes
sobre las cuales los pájaros hambrientos se posaron...
Piero de' Medici, decepcionado con el sol,
se fue a la cama con su prima hermana
que de niña
había asado y comido a su halcón favorito.
Aún con su delantal de hospital,
Michelangelo se sentó en el carro
con una mano en una rueda embarrada
y miró el rastro blanco
del campo helado. Todo lo que podía ver
era el rostro barbado del anciano
que había deshecho esa misma mañana.
Se despojó de su envoltura de cuchillos
y se acercó al bloque de nieve... Quitó
las pieles de cabra. Le dijo a Piero más tarde
que una mujer y un niño estaban enterrados en la nieve,
que los encontró, pero
en la luz del sol se convirtieron en agua
y vino, posiblemente agua y sangre. No lo sabía.
No se equivoquen, dijo,
ellos, como un pedazo de pan, los absorbió.
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