Poetry
Thousand Languages Issue 3
Dejó un refugiado aquí en un país estéril
Isabel HaasCuando la fiebre cambia y afloja,
comprendo la ausencia, nacer de nuevo
a la soledad, la población de mis alucinaciones
esquiva y escondida. Es entonces
cuando pienso en la mujer a la que llamé madre
por error y añora el suave hilo de su suéter,
la mano enguantada tomando la mía
por el camino helado, la forma en que sus labios fueron firmes
en su enunciación de mi nombre, aunque nunca hija.
Una vez, cuando yo era todavía una niña,
ella me levantó sobre las ramas bajas,
sus brazos eran tan fuertes como la gruesa rama que me sostenía.
Nunca dudé de su poder
de protección, de su forma de atraer a las abejas
lejos con la olla de agua azucarada o guardó los extraviados
perros acorralados con un palo
mantenido siempre listo. Sé que ella lloró
cuando me trajo aquí porque me lo dicen las enfermeras.
Suplican saber su nombre,
un número o una dirección, pero aprieto los labios,
mandíbula apretada sobre el único secreto lúcido que me queda.
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