La cajera del Wal-Mart se queda mirando mi licencia, mi cara,
mi licencia de nuevo, no me cree que soy yo
en la foto, los ojos achinados porque sonreí
demasiado, le mostré los dientes al DMV. Parecés
blanca en la vida real, dice e inspecciona la foto
un par de veces más en diferentes ángulos, intervalos,
grados de iluminación. Oriental, dice, golpeteando
una larga uña falsa sobre su prueba. Me nombra
de la manera en que nombramos a las cosas que tememos,
La cajera del Wal-Mart se queda mirando mi licencia, mi cara,
mi licencia de nuevo, no me cree que soy yo
en la foto, los ojos achinados porque sonreí
demasiado, le mostré los dientes al DMV. Parecés
blanca en la vida real, dice e inspecciona la foto
un par de veces más en diferentes ángulos, intervalos,
grados de iluminación. Oriental, dice, golpeteando
una larga uña falsa sobre su prueba. Me nombra
de la manera en que nombramos a las cosas que tememos,
1.
Come rápido en Cracovia. No hables
de los millones presuntos desaparecidos,
ni de los otros millones declarados muertos.
Posmodernidad: la relatividad de la locura
2.
Las puertas de hierro fundido se abren de par en par aquí,
aún cuando la tienda está cerrada.
Cerrado, cerrado, dice el propreitario,
desafiando el hecho literal. Ascienda
a lo más alto de la torre, espere ver
el interior de lo más alto de una torre: lo que
aparece es una campana, demasiado pesada para ser tañida.
1.
Come rápido en Cracovia. No hables
de los millones presuntos desaparecidos,
ni de los otros millones declarados muertos.
Posmodernidad: la relatividad de la locura
2.
Las puertas de hierro fundido se abren de par en par aquí,
aún cuando la tienda está cerrada.
Cerrado, cerrado, dice el propreitario,
desafiando el hecho literal. Ascienda
a lo más alto de la torre, espere ver
el interior de lo más alto de una torre: lo que
aparece es una campana, demasiado pesada para ser tañida.
Si creo que escucho mi nombe
o un insulto, ya no me doy vuleta.
Si imagino que tiran una piedra,
imagino que falla;
aprendi a ser un extranjero.
Subo las escaleras, periódico
plegado bajo mi brazo,
y cuando la puerta está trabada
desparramo las noticias por el suelo
para salvar el barniz del piso del casero.
Me digo a mí mismo: Siete Años
Y Una Noche. Pongo el disco
de casa y dejo que gire toda la noche
hasta que la tristeza parece extranjera y barata
y todo lo que es familiar es la obsesiva
Si creo que escucho mi nombe
o un insulto, ya no me doy vuleta.
Si imagino que tiran una piedra,
imagino que falla;
aprendi a ser un extranjero.
Subo las escaleras, periódico
plegado bajo mi brazo,
y cuando la puerta está trabada
desparramo las noticias por el suelo
para salvar el barniz del piso del casero.
Me digo a mí mismo: Siete Años
Y Una Noche. Pongo el disco
de casa y dejo que gire toda la noche
hasta que la tristeza parece extranjera y barata
y todo lo que es familiar es la obsesiva